- Buscan la citas con el galƔn.
- Lo buscan a domicilio.
- Hacen las llamadas con cargo a la cuenta propia.
- De su bolsa sale el dinero para el cine o la discoteca, ¡y no se diga para el aniversario!
- Siempre perdonan la ofensa y esperan con paciencia.
"Yo tengo que poner todo en esta relación".
A veces, por miedo a la soledad o a perder al supuesto amor de su vida, la mujer se coloca, literalmente, como tapete lleno de flores para que el otro pise cómodamente.
Aunque no lo reconozca o acepte conscientemente, ella desea que el hombre le pague su amor con la misma moneda. Quisiera ser la reina de ese hombre y estar rodeada de mimos y cariƱos, atenciones y gentilezas.
Pero la realidad es inevitable. Llega un momento en que se cansa de dar; con tristeza cae en la cuenta de que a aquĆ©l no le gusta dar, sólo recibir. Y no es que Ć©l no vea la disparidad de la relación, es sólo que se hace el desentendido. MĆ”s comodino y cĆnico, mercadea con su poco afecto a precios cada vez mĆ”s altos, pues llega a decir con cinismo:
- ¡QuĆ© mĆ”s quieres que haga!
- ¡Ya vas a empezar otra vez con tus reclamos!
- ¡No entiendes que no tengo tiempo!
- Mejor ya cƔllate
...O de plano optan por el silencio absoluto, lo que abruma mÔs a la mujer. El pronóstico para esa relación la hace enojar, pero tristemente ese enojo no tiene receptor ni interlocutor... ni siquiera eco.
¿Por quĆ© se da este panorama tan disparejo?
En el fondo ellas eligen hombres abusivos y astutos que, aunque no lo digan abiertamente, conocen a la perfección a esas incautas - inocentes vĆctimas- que tienen poca autoestima, y mucha necesidad de amor, aceptación y valoración. Saben de entrada (y si no, al poco tiempo) que estas mujeres estĆ”n dispuestas a invertir todo a cambio de un poco de amor.
En realidad ellas no buscan a un hombre, sino a quien haga las veces de padre; un sol abrigador que las cobije y les haga sentir calidez en el trato.
Mirando hacia el pasado de mujeres que tienen este perfil, encontramos a niƱas maltratadas emocionalmente, chiquitas cuya relación con su figura paterna se caracterizó por la utilización, la censura indiscriminada, la poca o nula valoración por su persona, una inversión grande de fuerza fĆsica y emocional para ser miradas y reconocidas por el padre. Fueron niƱas acostumbradas al castigo y a la casi nula comunicación emocional en donde el valor de su persona fuera uno de los temas centrales.
Estas niƱas, hoy mujeres, recibieron pocas palabras de estĆmulo, casi ninguna de aliento; igualmente casi ninguna mirada directa, acompaƱada de una sonrisa (es decir, de aceptación).
Al nunca haberse sentido completadas afectivamente por su padre, ellas van por la vida implorando sin palabras, y a veces camuflajeando su necesidad con orgullo, amor, valoración y aceptación incondicional.
Por eso, como un realización metafórica, dan justamente eso de lo que carecen .
¿Te identificas? Luego de darnos cuenta de una realidad, lo maravilloso es que podemos actuar.
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