Un desencuentro importante en la pareja no conduce necesariamente a
la ruptura de la relación, pero es una señal de alarma que indica que
algo no va bien y hay que afrontarlo. El diálogo sincero y la
comunicación son las herramientas clave para dilucidar si es mejor
proseguir el caminos juntos o por separado.
Para algunos expertos, las crisis en la pareja o el matrimonio pueden
ser como los nudos de la caña de bambú, los cuales se producen cada
tanto, a lo largo de su proceso natural de crecimiento, para otorgar más
solidez y flexibilidad a la planta.
Pero no
siempre es así, y las estadísticas de muchos países occidentales donde
aumentan las separaciones y divorcios, parecen ir a contramano de la
optimista visión de las relaciones entre mujeres y hombres, basada en la
sabiduría oriental.
Lo que comenzó como una
relación fluida y amorosa puede verse erosionado por el cansancio, el
estrés, los problemas laborales, familiares o económicos, que conducen a
que la convivencia diaria se torne en una conflictiva sucesión de
respuestas destempladas, silencios tensos y despechos permanentes.
Las crisis de pareja son una de las principales razones de visita al psicólogo, por detrás de la ansiedad y la depresión.
A menudo se producen en tres momentos críticos: entre los 7 y 10 años
de vida en común, cuando muchos comportamientos dejan de resultar
interesantes o atractivos, con la llegada del primer hijo, cuando se
trastoca el ritmo de vida y la mujer se vuelca al bebé, y ante
circunstancias que suponen una crisis personal. Como la marcha de los
hijos del hogar o la jubilación.
SEGUIR O NO SEGUIR, ESA ES LA CUESTIÓN.
Si una pareja logra remontar este bache, la relación se fortalece y
ambos miembros crecen en lo personal y afectivo, pero si no lo logra, la
ruptura puede convertirse en la única salida.
Las razones para dudar de la continuidad de una relación son muchas,
pero la pregunta siempre es la misma: ¿vale la pena hacer algo para
mantener la relación o es preferible romperla?.
Según los expertos en problemas de pareja, uno de los mejores indicadores de la salud de una relación son las disputas.
Las discusiones son positivas cuando persiguen un acuerdo, solución o
acercamiento y excluyen la violencia, los insultos y las humillaciones,
pero marcan un punto de difícil retorno cuando se exige al otro
concesiones que no está dispuesto a dar, cuando se niega para no perder
la batalla o se cede para no discutir más, y cuando se intenta imponer
algo al otro o doblegarlo.
LOS INTERROGANTES DECISIVOS.
Para la psicóloga española Irene Alonso, "para decidir que hacer con
una relación en crisis hay que dejar de ver en el otro lo que queremos
ver, y observar si su forma de vida nos hace realmente felices, es decir
ver la realidad en lugar de las fantasías".
Para ayudar a decidir si conviene continuar con la pareja o decir basta,
es aconsejable responderse una serie de preguntas, entre ellas: ¿La
relación significa lo mismo para ambos o uno busca estabilidad y
comprensión, el otro pasión y aventura?, ó ¿tenemos intereses u
objetivos que se pueden compartir?.
También es
útil dilucidar si se está dispuesta/o a hacer todo lo posible para
resolver los conflictos, si cree que el deterioro se debe más a motivos
prácticos de convivencia que a razones emocionales, como la falta de
amor ó pasión, y si los beneficios emocionales que se obtienen por
seguir superan a sus costes.
¿Hay una gran
discrepancia u oposición en los temas importantes para cada uno, como
religión, política, valores, expectativas de futuro o los proyectos?, es
otro interrogante clave.
De todos modos, el
principal requisito para solucionar la crisis de pareja consiste en que
el deseo de salvar la relación esté presente en ambos miembros: si uno
de los dos no quiere o no está dispuesto a trabajar para normalizar la
relación, es mejor romper.
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